1 ES UNO Y...

Todo lo que hacemos es reflejo de lo que somos. Es por ello, que para comprender mis trabajos, es necesario conocerme a mi primero, una tarea que, por otra parte, resulta sumamente complicada porque ¿conocemos alguna vez a alguien de verdad?. Cada persona se cría en un entorno y con unas circunstancias particulares, que dan como fruto una personalidad única e irrepetible. En mi caso, mi entorno ha marcado enormemente mi forma de ser, y por ende mi obra, si es que se la puede considerar tal. He tenido acceso, a lo largo de toda mi vida a personas y situaciones de lo mas variopinto, de las cuales he procurado extraer lo que a mi juicio era lo mejor. Todo esto sazonado con una cierta tendencia elitista.

No me avergüenza decir que considero que hay cosas, así como personas, que son mejores que otras, si bien no en el fondo, por lo menos si en la forma. Lo cultivado, así como la estética, son para mi elementos fundamentales de la persona y la vida. Por supuesto, no empleo el término estético simplemente a nivel formal, aunque esta acepción diste mucho de ser simple. En este caso me refiero a todo. Para mi existen comportamientos, razonamientos, actitudes y aptitudes más estéticas que otras. Probablemente, el sema que pretendo emplear esté más próximo a lo elegante que a lo estético, aunque prefiero este último, pues no quiero desposeerlo de su componente bello, sensorial, formal.

Lo cultivado, lo intelectual, es el componente humano. Es, a la sazón, la razón. Considero que, en lo que al Arte atañe, la razón es un pilar fundamental, pues la incorpora a ese universo de lo exclusivamente humano, de lo mental, desligándola de lo material.

Todo esto influye en mi idea a la hora de crear algo, probablemente no en el resultado, aunque si en la intencionalidad. No concibo un trabajo creado por mi con verdadero interés en el que no esté cuidada la estética del mismo. Es por ello que, por ejemplo, prefiero trabajar con fotos de estudio, que me permiten controlar todos los elementos.
Por otra parte, tampoco me interesa la ausencia de contenido en la obra, la ausencia de mensaje. Pues creo que el Arte es fundamentalmente un medio de comunicación, y por lo tanto debe contener un mensaje, sea cual sea.

Estudiar Historia, y en particular Historia del Arte ha ejercido un fuerte impacto sobre mi a nivel creativo, ya que considero que ha marcado mi estilo uniéndolo de manera indisoluble al arte clásico. No reniego de este hecho, ya que aunque en cierto modo encorseta mis trabajos, se trata de un lastre del que no quiero deshacerme.




En lo que a la forma se refiere, aspectos como los modelos de composición, la luz, el claroscuro, el dinamismo o la quietud, la pesantez o la verticalidad, son elementos a los que procuro prestar mucha atención. Bajo mi punto de vista, todos ellos forman parte del lenguaje del Arte. Darlos de lado, sería como eliminar una parte sustancial del “diccionario del arte”. Esto está íntimamente relacionado con mi valoración de la estética.

Hasta el momento, en casi todos mis trabajos ha predominado el tenebrismo. La oposición de la luz y la sombra me resulta sugerente además de estética. En ella tiene cabida la imaginación del espectador pues aquello que queda oculto debe ser completado por la mente de aquel que lo mira. Por otro lado, la oposición de la luz y la sombra, representa para mi un reflejo del carácter dual que rige el Mundo. A cada cosa le corresponde su opuesto, pero todos se funden e interrelacionan de forma armónica para constituir el universo, del mismo modo que las luces y las sombras se funden, modulan y gradúan para dar lugar a la imagen.

En cuanto a la composición, la considero con la entonación en el habla. Se puede decir lo mismo de muy distintas maneras, así como el David de Miguel Ángel y el de Berninni dicen lo mismo en formas diferentes. Procuro dar una entonación adecuada a mi discurso artístico. Se trata de un aspecto que me llama particularmente la atención en el lenguaje del Arte, ya que es capaz de inducir al espectador de forma aparentemente casual a determinadas experiencias a la hora de enfrentarse a la obra.

Con una composición podemos centrar el interés en el elemento particular que nos plazca, pero no sólo eso, sino que además podemos hacer que experimente de forma real aquello que pretendemos transmitir, y esto es lo que más me atrae. Una composición dinámica hará que sienta la fuerza, el caos la variedad, un sin fin de sensaciones a través de las cuales se puede modificar la percepción del resto de los elementos que se aprecian de forma cognitiva en la obra. Da el elemento más sensorial, más afectivo. En este mismo plano juega el color. No soy excesivamente amigo de una policromía exacerbada, aunque en determinados casos la use. Prefiero una dualidad en el color. Un juego de matices que se articulen en una gama por lo general bipolar, en la que el negro suele ser un elemento fundamental. Frente a él, otro color, que determinará una percepción psicológica. Ya sea frialdad, distanciamiento, profundidad... o por el contrario, calidez, cercanía, intimidad... me agrada moverme en estos ámbitos, ya que, al igual que el claroscuro, los encuentro sumamente sugerentes.

Probablemente se pueda encontrar en todo esto una influencia de la pintura barroca, y más en concreto del maestro Caravaggio. Su utilización de la sombra, así como de la pureza de los pigmentos que marcan acertadas notas de color en los puntos iluminados, configurando un acertado entramado de luces y sombras que juega con la percepción del espectador, resultan un incomparable culmen de los aspectos compositivos, lumínicos y cromáticos, al que difícilmente se pueda volver a igualar, pero al que merece la pena imitar. Estos entornos oníricos de figuras etéreas y tenebrosas resultan un motivo ideal para reflejar un mundo alternativo, un mundo más próximo al alma, que a lo terreno, y es en él donde prefiero trabajar.